viernes, 19 de febrero de 2010

Testimonio de Eduardo y Verónica Contreras


La dificultad:
En el mes de Noviembre del año pasado recibimos una llamada de México notificándonos que nuestra hija que vive allá había sido diagnosticada con un tumor canceroso en uno de sus ovarios y que necesitaba ser intervenida quirúrgicamente con urgencia y que el costo total de la operación seria de $2,500.00.
Hace dos años adquirimos un vehículo del cual debíamos todavía la cantidad de $8,500.00 de esta deuda pagábamos una cuota de $458.00 mensuales.

La Campaña:
La campaña “de milagro en milagro” comenzó casi en el mismo momento en que sucedió lo de nuestra hija, sin embargo mi esposa y yo decidimos creerle al Señor y comenzamos a planear cual sería la ofrenda con la que nos comprometeríamos para los próximos 3 años, y actuando en fe lo hicimos. El 13 de diciembre era la fecha estipulada para entregar la primicia de nuestra promesa la cual era por la suma de aproximadamente $1000.00; inmediatamente entramos en un dilema ya que contábamos con el dinero exacto para pagar la operación de nuestra hija, después de hablarlo con mi esposa tomamos un paso de fe y apartamos nuestra primicia, fue entonces que decidí llamar a mi padre para pedirle que me hiciera un préstamo para poder sufragar los gastos de la operación, el cual accedió hacernos el préstamo y fue él mismo quien se encargó de pagarlos en México.

El Resultado:
En el mes de diciembre recibí una llamada de mi padre un tanto extraña preguntándome cual era la cantidad que debía de mi carro y yo le contesté que eran $8,500.00 y el simplemente me dijo que llegaría a Las Vegas en la siguiente semana, cuando el vino a visitarnos nos sentamos a la mesa y él me expresó que era tiempo de hablar de dinero fue entonces que sacó de un maletín la cantidad exacta de $8,500.00, sorprendido le dije que ya le debía $2,500.00 y que me estaba endeudando mas con él, simplemente me dijo: . En el mes de enero le hice una llamada diciéndole que le enviaría una parte del dinero que recibiría del retorno de mis impuestos como abono de la deuda que tenía con él, a lo me contesto que no lo necesitaba y que mejor lo depositara en una cuenta que sirviera para el futuro de mis hijos. Para la honra y gloria del Señor nosotros prometimos la cantidad de $10,000.00 en 3 años y Dios nos devolvió en tres meses la cantidad de $11,000.00.

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